sábado, 23 de abril de 2016

¿Liberar o abandonar?

Dicen que el libro electrónico está cambiando nuestra forma de leer. Ya no avanzamos unas páginas para ver si falta mucho para acabar el capítulo, nos cuesta más retroceder para aclarar algo... No sé. Lo que sí que me ha cambiado es la relación de propiedad con el libro. El libro de papel era para mí un fetiche, algo casi litúrgico. Me gustaba contemplar mis estanterías llenas de libros. Desde que compro (si, yo compro) libros digitales, mi relación con el objeto físico se ha relajado. ¿Para qué quiero poseer un libro que, casi con toda seguridad, no volveremos a leer ni yo ni nade en mi casa?
Así ahora me cuesta menos desprenderme de libros. Hoy, por ejemplo, para celebrar el Día del Libro,  he dejado por ahí cuatro. Algunos románticos llaman a este acto liberación de libros. Yo no estoy seguro de si los he liberado o los he abandonado. Hasta hoy, estos libros estaban en mi estantería, en una prisión de la que no podían salir ni aprovechar a nadie. Si los adopta alguien que los lee, los comenta, los disfruta, los comparte... los habré liberado. Si acaban en las manos de alguien que los maltrata, los habré abandonado.
Como nunca sabré cómo les ha ido, diré que los he soltado. Una palabra poco precisa que tiene la virtud de no faltar a la verdad.

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