jueves, 27 de mayo de 2010

Volveremos a Venecia.

Tengo la sensación de estar leyendo una novela oportunista en la que el autor aprovecha el actual descrédito del poder judicial para atraer la atracción del lector. El juez del Tribunal Supremo que protagoniza el libro es un corrupto de la peor especie de corruptos: esa formada por los que roban con el convencimiento moral de estar legitimados para hacerlo. Cuando llevo leídos un par de capítulos, decido volver a las primeras páginas para buscar la fecha de edición, 2005. Probablemente, entonces también parecía oportunista. Todavía peor, siempre hubiese parecido oportunista, porque el comportamiento de los jueces siempre ha estado rodeado por ese halo de casta suprema.
Abandonado el primer recelo, me dejo llevar por la doble historia: la del complot de ramificaciones internacionales y de alta política y la del romance de la juez rural. Al final, el autor decide que lo importante es el romance y lo describe de forma prolija y detallada. Mientras que el resto de historias, complot incluido, los despacha con dos brochazos. Si escoges el libro porque en la contraportada habla de un "trepidante thriller político", te decepcionará. Si lo escoges por la "historia de amor clandestino", creo que te gustará.

domingo, 16 de mayo de 2010

Siete días de Julio.

Cuando acaba "Cuatro días de enero". Te quedas con las ganas de saber qué le pasará a Miquel Mascarell cuando los nacionales entren en Barcelona. En "Siete días de julio" descubrimos que no le ha ido mal del todo: no le han fusilado. Es más, de forma sorprendente, le indultan y vuelve a Barcelona donde tendrá que resolver otro caso con muy pocas herramientas y acosado por la policía del régimen.
El retrato de la aterrorizada Barcelona de los cuarenta es muy bueno, pero la trama estrictamente policial resulta algo inverosímil: es muy difícil que un plan tan retorcido como el de los malos salga bien en tantos recovecos.

lunes, 3 de mayo de 2010

Mr. Vértigo

Un huérfano que vive maltratado por sus tíos es captado por un agente que le promete enseñarle a volar. El agente cumple su palabra, pero no sale todo bien. Como otras novelas de Auster, cuando intentas explicarla, resulta un pestiño. Sin embargo si la lees resulta bastante mejor. A ratos piensas que es la novela que hubiese escrito Dickens en la primera mitad el siglo XX. A ratos piensas que es una buena metáfora sobre la explotación de los deportistas jóvenes. A ratos, hasta te olvidas de que Newton nos prohibió volar, y crees que puede convertirse en un arte. Eso sí, siempre te lo pasas bien, aunque creo que olvidaré fácilmente la novela.