viernes, 22 de febrero de 2013

Los Náugrafos

El naufragio y el aislamiento: un tema recurrente en la historia de la literatura que permite a lo novelistas jugar con conceptos como la resistencia, la solidaridad, la fuerza, las convenciones sociales, la justicia. En esta novela, Charlotte Rogan no presenta a la protagonista a punto de ser sometida a juicio por algo que sucedió tras el naufragio. De este modo, la autora elimina la incertidumbre sobre la supervivencia de la protagonista  y centra el foco en el microcosmos que se crea en el bote salvavidas. Desde el principio, queda claro que las leyes normales no sirven. No importa lo que es justo, importa lo que es necesario para salvar la vida del máximo de pasajeros posible sabiendo que no se podrá salvar la de todos.
Un libro irregular. Un inicio con narración minuciosa de todo lo que pasa (hasta nos explica cuándo mea la protagonista) y un final algo abrupto de la aventura. Quizá sea un recurso para reflejar la pérdida paulatina de conciencia y atención, pero la sensación que da es que a la autora se le acababan las páginas que tenía previstas sin haber explicado todo lo que tenía previsto.
El final resulta interesante, en el juicio llegas a la conclusión de que las reglas salvajes que rigen en las situaciones extremas también rigen en la vida en sociedad, con la única diferencia de que las armas en la civilización son más sutiles y sofisticadas. Eso sí, sigue valiendo todo cuando se trata de salvar el pellejo.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Los Pájaros de Bangkok.

La novela negra está llena de investigadores perdedores pero con buenos sentimientos. En Los Pájaros de Bangkok, Pepe Carvallo resulta uno de los mayores perdedores. Quiere investigar un caso que no le encargan. Tiene que investigar un caso por amistad que nadie le agradecerá. Sólo verá reconocidos sus esfuerzos por un típico caso de cuernos y estafa.

domingo, 3 de febrero de 2013

Ritmo lento

Siempre me he mostrado contrario a las reivindicaciones de "normalidad" que hacen muchas minorías. La normalidad es un concepto estadístico, no una cualidad moral. Medir más de dos metros no es normal, pero no te hace mejor ni peor persona, a lo sumo, mejor jugador de baloncesto. Sin embargo, Carmen Martín Gaite me ha enseñado en esta novela que ser normal ayuda a ser feliz. Mejor dicho, ser anormal ayuda a ser infeliz. En Ritmo Lento, como en la vida real, al final uno no sabe a ciencia cierta qué es causa y qué es consecuencia. Un libro para leer tranquilamente, sin aventuras, sin buenos ni malos, sin final feliz.