domingo, 3 de febrero de 2013
Ritmo lento
Siempre me he mostrado contrario a las reivindicaciones de "normalidad" que hacen muchas minorías. La normalidad es un concepto estadístico, no una cualidad moral. Medir más de dos metros no es normal, pero no te hace mejor ni peor persona, a lo sumo, mejor jugador de baloncesto. Sin embargo, Carmen Martín Gaite me ha enseñado en esta novela que ser normal ayuda a ser feliz. Mejor dicho, ser anormal ayuda a ser infeliz. En Ritmo Lento, como en la vida real, al final uno no sabe a ciencia cierta qué es causa y qué es consecuencia. Un libro para leer tranquilamente, sin aventuras, sin buenos ni malos, sin final feliz.
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