jueves, 26 de agosto de 2010

Asesinato en el Comité Central.

Dicen que las mejores novelas negras son las que sirven de excusa para describir una determinada sociedad y lo hacen bien. En ese sentido, Asesinato en el Comité Central cumple a la perfección. Resulta interesante recordar (o aprender para los más jóvenes) cómo ha cambiado España en 30 años.
La derecha española estaba asustada por el comunismo y no por los nacionalismos.
Los comunistas se creían moralmente superiores aunque electoramente no lo fueran. Ahora ni se atreven a presentarse con su nombre para no ahuyentar a los cuatro ilusos que aún les votamos.
Los catalanes viajábamos por España sintiéndonos merecidamente admirados. Ahora viajamos por España sitiéndonos injustamente odiados.
La gastronomía empezaba a suplir los afanes intelectuales. Ahora se dan a los restauradores (queda más elevado que cocineros) premios creados para reconocer a artistas.
El Partido Comunista de España luchaba por rehacerse del último revés electoral. Izquierda Unida lucha por rehacerse de su último revés electoral.
Para la derecha, España estaba a punto de romperse. Para la derecha, España está a punto de romperse.
Las Ramblas... uf, no hay palabras para describir cómo han cambiado las Ramblas.

lunes, 23 de agosto de 2010

Tota una vida (La vida entera)

¿Cuántas cosas me habré perdido con la traducción? Los títulos elegidos para la traducción al catalán (que he leído yo) y al castellano ya son diferentes y contienen, por el uso del artículo determinado o indeterminado, matices diferentes. El título en castellano parece más ambicioso, el título en catalán más íntimo. No sé cual de los dos se ajusta más al título original, probablemente ninguno. Te encuentras con páginas enteras en las que pareces intuir que el autor quiso jugar con la sonoridad de las palabras. Con la traducción, como es normal, te los pierdes. Los juegos de palabras y algunos malentendidos entre los personajes en catalán no tienen sentido.
¿Cuántas cosas me habré perdido por mi incultura judáica? Especialmente he echado en falta conocer las celebraciones y tradiciones judías. Me hubiese gustado encontrar anotaciones a pie de página para mitigar mi desconocimiento.
Al principio, la novela recuerda un poco a Auster, pero tiene mucha más profundidad. A pesar de la visión amputada que he tenido de la novela, la he acabado un poco más sabio que lo que la empecé. Me ha servido, por ejemplo, para revisar algunos prejuicios que tenía sobre el conflicto árabe - israelí.
Primer prejuicio: los árabes israelíes son ciudadanos de segunda. Prejuicio confirmado, hasta los israelíes "de izquierda" los consideran así.
Segundo prejuicio: los israelíes son los malos. Prejuicio matizado. El comportamiento de Israel con sus vecinos y sus ciudadanos árabes es éticamente inadmisible. Sin embargo, es probable que, si hubiesen mantenido un comportamiento irreprochable, Israel hubiese desaparecido hace dos o tres décadas. Los israelíes son malos, sus vecinos no son mejores. Si un dios me obligase a reencarnarme y me dejase escoger en qué país del Oriente Medio quería vivir, escogería Israel como judío.
Tercer prejuicio: El ejército israelí es brutal porque se sabe inmune ante la comunidad internacional. Prejuicio desmentido. El ejército israelí es brutal porque tiene miedo. Cree que sus vecinos nunca aceptarán la paz y la existencia del estado de Israel y que sólo puede contenerlos con una abrumadora superioridad militar. Puede que no estén equivocados.
La novela tambén me ha servido para comprender algunos resortes de la mente humana.
El ser humano intenta vivir con normalidad en cualquier situación. Incluso en un país con servicios militares de tres años, con atentados terroristas semanales, con guerras latentes y explícitas; las personas hacen planes de futuro, tienen miedo a no saber educar a sus hijos, sufren celos.
Los grandes sufrimientos no inmunizan contra los pequeños. El miedo a perder un hijo no evita sufrir por el desplante de un conocido.
Y muchas cosas más que me han dejado un poso en el alma que no sé verbalizar pero que me harán reaccionar de forma diferente a como lo haría de no haber leído el libro.
Buscaré más libros de David Grossman.

sábado, 21 de agosto de 2010

Alexis o el tratado del inútil combate.

Lo primero que leí de Marguerite Yourcenar fue novela histórica, Opus Nigrum y Memorias de Adriaano. Las dos me pareciero buenísimas.. En Alexis..., sin embargo, el tema es actual; por lo menos lo era en el momento de la publicación de la novela, 1927. Un hombre escribe a su mujer justificando la ruptura del matrimonio. En el texto, no se habla explícitamente del motivo. Se mencionan la culpa, la vergüenza, las inclinaciones insanas... Todos los críticos coinciden en que se trata de homosexualidad, pero podría tratarse también de pederastia (o efebofilia como gustan de matizar algunos pastores de la iglesia).
Si alguien se pregunta por qué es necesario un día del Orgullo Gay, le recomiendo que lea este libro suponiendo que el protagonista es homosexual. Creo que hoy en día ya se ha conseguido que los homosexuales vean su condición sin sentimiento de culpa (con todo los errores que cometemos cuando generalizamos), pero falta mucho todavía para que el resto de la sociedad los admita plenamente. Desde el chiste supuestamente inocente hasta la abierta homofobia, son muchas las actitudes que mantienen cerrados muchos armarios.
Si alguien quiere leer una novela sobre la culpa, el remordimiento y la debilidad, le recomiendo que lea el libro suponiendo el el protagonista es pederasta.
A mí me resulta más impactante la segunda lectura.