lunes, 27 de noviembre de 2017

Absolución.

Solté la bomba, y el juicio dejó de interesarme.
Durante semanas, el abogado defensor ha mostrado al acusado como un encantador muchacho de clase media con un futuro muy prometedor: sus amables padres, sus éxitos deportivos, su magnífico expediente académico.
El fiscal y mi abogada han revivido para el jurado mi violación. He vuelto a sentir el miedo, el dolor, el asco.
Hace dos días, mi abogada me preguntó.
  • ¿Reconoce al acusado?
  • No estoy segura.
Han dictado sentencia. Inocente. Pasa a mi lado, me sonríe y guiña un ojo.

Aguanto la mirada con calma y frialdad. Con la calma y frialdad que dan saber dónde puedes encontrar a tu violador y tener una pistola en casa.