Ayer fui a ver El Perro del Hortelano. Lope de Vega la escribió hace 400 años, así que, si se me escapa algún
spoiler, creo que queda disculpado.
Para empezar, y lo más importante: me lo pasé teta. Están en
Barcelona hasta el 7 de enero, después van a
Madrid y, después a
Bilbao. Si puedes ir a verlo, hazlo. La versión de Álvaro Tato se permite algunas licencias, pero no desvirtúa la obra. Los actores consiguen que el verso parezca natural. Te ríes, te alegras por Teodoro y Diana, te entristeces por Marcela, te burlas de Ricardo y Federico...
Digo que lo más importante es que me divirtió, porque creo que la función de la ficción es ésa: divertir. Si además hace pensar, enseña, educa... miel sobre hojuelas. Pero si aburre, no conseguirá nada de lo otro. Y "enseñar", me parece que sobra en la lista de objetivos de la ficción. El teatro o la novela pueden hacer que te fijes en algo que no has apreciado o que recuerdes algo que has olvidado, pero no puede enseñar.
Pero, para que veas que aproveché la entrada y no solo me dediqué a divertirme, salí del teatro pensando que:
- Es muy fácil engañar a alguien si la mentira coincide con sus deseos.
- La liberación de la mujer siempre será más fácil para la mujer rica.
- El miedo a perder lo que tenemos puede ser tan fuerte como la ilusión.
- La alegría del que se conforma nos sorprende. ¿Por que baila Marcela tan alegre al final?
- Y sobre todo, lo importante que es explicar claramente lo que quieres para que tu interlocutor te entienda. Vale para el amor y para todo.
