jueves, 5 de diciembre de 2024

Las tribulaciones de Wilt

A finales de los 70 y principios de los 80, Tom Sharpe partía la pana con sus novelas de humor. Yo, lector de ediciones de bolsillo y colecciones económicas, lo descubría a principios de los 90. Me reía mucho, a carcajada limpia, en el tren, cuando volvía del trabajo a casa. Las aventuras del antihéroe Wilt me resultaban hilarantes. Un humor sarcástico y corrosivo que retrataba, supongo que fielmente, la sociedad británica de la época. Digo que supongo que el retrato era fiel porque, aunque nunca viví en Gran Bretaña, todos los arquetipos de los que se ríe Sharpe llegaron también aquí: el fascista ignorante y miedoso, el militante antifascista que resulta más intolerante que el fascista que combate, el ecologista que consume patatas cultivadas a miles de kilómetros porque allí se cultivaron ecológicamente, el profesor que quizás algún día tuvo algo de vocación, el policía torpe que puede ser el fascista en encabeza esta enumeración...

Treinta años después, ya no me he reído. No sé si el libro ha envejecido mal o yo he envejecido peor.



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