lunes, 4 de enero de 2021

Una cena bien planificada.

Había preparado concienzudamente la cena. La pandemia nos impedía ir a un restaurante y me tocaba esmerarme en los fogones. Mi próxima conquista se pasaba el día colgando fotos de protestas ecologistas en Instagram, recomendando campañas de Greenpeace en Facebook y enzarzándose en agrios debates con famosos que anunciaban embutidos en Twitter.
Me hice con tarros de vidrio para guardar todo lo que tenía en botes de plástico, compre leche de soja, escondí todos los paquetes que no llevasen una etiqueta ECO, busqué por internet vino vegano, bajé la calefacción a 18 grados para no derrochar energía, preparé unas berenjenas a la plancha con tomate en conserva y orégano del Mercadona y me vestí con ropa de algodón amarillento.
Cuando llegó, me disculpé por la temperatura.
- No podemos calentar más el planeta por un poco de confort térmico que podemos conseguir abrigándonos.
Su sonrisa me indicó que iba por el buen camino.
Corté unas rebanadas de pan y traje el aceite a la mesa.
- Es pan de espelta ecológica de Palencia. El aceite es de una cooperativa budista de Las Alpujarras. Vamos picando algo mientras se calientan las berenjenas.
Me dijo que apreciaba mucho mi sensibilidad por el medio ambiente.
- El tomate en conserva lo hice yo en verano. Sabe a tomate, no esas mierdas de invernadero. Le compro los tomates a un agricultor del Maresme que los vende en el mismo huerto y te deja cogerlos directamente de la planta.
Le pareció que era la mejor forma de garantizar el punto de maduración.
- El orégano lo compro en una herboristería ecológica. Me dicen que lo traen de La Vera, en Extremadura.
Olió el tarro de vidrio en el que lo tenía guardado y cerró los ojos para apreciar mejor los aromas.
- Las berenjenas las compro a una cooperativa del Pallars. Para garantizar la limpieza del agua y el aire, labran la tierra sin maquinaria. Usan arados romanos tirados por bueyes...
El bofetón no me dejó continuar.
- ¿Qué derecho tenemos a explotar animales para nuestro beneficio? ¡Salvaje!
El portazo me confirmó que no debo venirme arriba con las improvisaciones y que tendría ración doble de berenjenas para cenar.

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