Una novela en la que nada es lo que parece. El autor juega tanto al despiste, que sigo sin entender qué ha pasado, aunque lo explica al final.
La historia empieza con un doble atropello. No que atropellan a dos personas, sino que atropellan dos veces a la misma persona, que ya es mala suerte. Tan mala suerte, que en el segundo atropello la matan. Uno que quería comprar un coche, se queda sin coche y sin dinero. El vendedor del coche, también se queda sin coche y sin dinero. Otro que lleva mucho dinero, también se queda sin dinero porque le atracan los mismos que roban el primer coche y el primer dinero. En algún momento de la historia, aparecen dos policías que son como Starsky y Hutch pero negros. Acabo la novela y sigo sin saber en que se diferencian Grave Digger Jones y Coffin Ed Johnston. Eso sí, me queda claro que son policías duros, de los que no siguen estrictamente las normas, a veces porque sus superiores les obligan a saltárselas, a veces para esquivar a sus superiores. Una novela negra de corte clásico aderezada con localismos de Harlem, clubes de tranformismo, corrupción política y alguna cosa más que seguro que se me ha escapado.
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