martes, 10 de mayo de 2022

El primer día.

Salí a la plaza, me senté en un banco y me dejé acariciar por el tibio sol del amanecer primaveral. Llevaba más de cuarenta años deseando hacerlo, desde que empecé a trabajar de panadero. Me ponía a las cuatro y los primeros rayos me pillaban siempre metiendo o sacando pan del horno. Me sibí el cuello del anorak, metí tas manos en los bolsillos y cerré los ojos. El aire soplaba un poco más frío de lo que había imaginado, pero traía aromas del cercano río que ningún tubo de escape ensuciaba. Era tan placentero como esperaba. Cinco minutos después, me levanté y me dirigí a mi casa.

- Y, ahora, ¿qué voy a hacer el resto de la jubilación?

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