miércoles, 29 de diciembre de 2021

El Espectador

Hace 100 años, José Ortega y Gasset montó una revista que publicaba cuando quería, en la que escribía de lo que quería y en la que era el único articulista. Vamos, que inventó el blog
Como no se había inventado Internet,  la revista era en papel y se tenía que distribuir a los puntos de venta. Le salía bastante más caro que un blog. Pero era un pensador de éxito  (ya decía El Guerra, tie que haber gente pa to), no fue un desastre económico.
He leído uma selección de artículos. Algunos hablan de una realidad que todavía existía cuando se hizo la selección, pero ya no. Ésos son prescindibles. Otros manifiestan la desazón del autor por problemas que empezaban a asomar como el vaciado de la Meseta o el afán de notoriedad pública. Son artículos que te hacen consultar la wikipedia para asegurarte de que se escribieron hace un siglo. Y, finalmente, están los artículos que me han inquietado. Hablan de la necesidad de recuperar cierto primitivismo, el hombre salvaje, el hombre guerrero; para agitar las masas adormecidas. Viendo lo que pasó en la década y media siguiente, uno piensa que tal vez esas ideas mal digeridas pudieron desencadenar la catástrofe.



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