lunes, 19 de marzo de 2018

Cyrano de Bergerac.

Cyrano de Bergerac era un crack con la espada, un fenómeno con la pluma, pero, acomplejado por su nariz, un completo negado para el amor.
Ayer fui a ver la adaptación de Pau Miró protagonizada por Lluis Homar. Por suerte, a puesta al día se ha limitado a actualizar el vestuario y eliminar personajes (el presupuesto es el presupuesto). Quizá el Cyrano de un adaptador más audaz cambiaría la esgrima por un deporte menos sangriento y la pluma por las redes sociales. Pero seguiría acomplejado, más incluso por culpa de las ya mencionadas redes sociales, y sería el mismo negado para el amor. En ese campo, la raza humana no ha avanzado nada.
Cyrano acaba poniendo su ingeniosa pluma al servicio de otro para que éste conquiste a Roxana. Una amiga mía dice que es generosidad. Yo creo que no. Cyrano se aprovecha de Christian para decirle a Roxana lo que, convencido de que sería rechazado, nunca le diría cara a cara. Christian es el camino que encuentra Cyrano para acercarse, solo un poquito, al corazón de Roxana.

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