lunes, 10 de agosto de 2015

El misterio de la cripta embrujada.

Leí esta novela por primera vez, porque me obligaron en BUP, hace treinta y cinco años. Había olvidado quién era el malo y si el protagonista había conseguido evitar el retorno al manicomio. Pero no había olvidado de que me reí mucho y de que retrataba una Barcelona sórdida que la Barcelona pija ignoraba poniéndose una pinza en la nariz. Me he vuelto a reír y hasta casi he añorado una Barcelona que no conocí, en la que los grandes barcos desembarcaban marineros en busca de putas en lugar de descargar turistas en busca de alcohol y del lugar idóneo parra hacerse un autorretrato, perdón, un selfie.

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